Situada en la primera posición entre las peores secuelas jamás realizadas por Enterntainment Weekly, "La amenaza fantasma" no sólo es decepcionante en comparación con sus predecesoras, es además una pésima película. El guión es ridículo, lento y aburrido, y los personajes totalmente carentes de emotividad. Los efectos especiales, que tanto impresionaron en su momento son, en mi opinión, tal vez el peor problema de la película. A diferencia de los efectos, mayoritariamente tradicionales, usados en las películas originales, aquí todo esta generado por ordenador. Imaginen ustedes la dificultad para los actores de trabajar con un guión endeble todo el tiempo ante un croma.
"Una habitación con bestias.
MARUJA TORRES
'La amenaza fantasma' es una película entretenidísima que en absoluto justifica la pose displicente con que algunos adultos enteradillos toman asiento en la sala.
El chiste más inteligente, aunque posiblemente involuntario, de La amenaza fantasma, se encuentra en la leyenda explicativa que aparece al principio: considerando que nos habla de un imperio del mal y que la película pertenece a la Fox, una de las muchas posesiones del tentacular y nada angélico magnate mediático Rupert Murdoch. Dicho esto, lo que yo no me explico son las crítícas negativas que el nuevo producto galáctico de George Lucas ha recibido en su propio país. Pues La amenaza fantasma no es ni mejor ni peor que cualquiera de las entregas de la trilogía precedente (y posterior en el tiempo, como sabemos), salvo que pretendamos ponernos pejigueros y llorar porque ya no pueden aparecer los míticos actores que dieron vida a los personajes que ahora sabemos aún no nacidos.
Es ésta una película entretenidísima que en absoluto justifica la pose displicente con que algunos adultos enteradillos toman asiento en la sala, la ceja escèptica bien alta, dispuestos a dictaminar rápidamente que a ellos no se la dan con queso. Tan idiota me parece esta actitud como la de entregarse a la saga mitificando hasta los dobladillos del traje que luce la princesa. Pero hay que decir, para empezar, que La amenaza fantasma posee un mérito notable: que la acción no decaiga a pesar de que uno de los platos fuertes, la carrera que rinde homenaje a Ben-Hur, se nos sirve en momento muy temprano de la proyección.
Dicen los entendidos, esos que babean ante cualquier parida que les recuerda que cualquier cine pasado fue mejor (y lo fue: en géneros que ya no tienen los genios que merecen; no es éste el caso), que en el filme no hay magia entre los humanos, y que falta romance. Vale: me parece que, en esta entrega, los humanos están demasiado ocupados como para ponerse a hacer virguerías sentimentales. Y, además, ocurre que lo que se nos ofrece es un primer episodio en el que se sientan las bases de lo que puede ocurrir en los dos más que le seguirán. Personalmente, espero que el niño que en el futuro será el señor Vader crezca pronto (mis amigos gays también lo esperan), lo suficiente como para que su diferencia de edad con Natalie Portman resulte menos evidente y puedan embarcarse en espacial y especial romance.
La amenaza fantasma es, sobre todo, una película de bestias y robots, y hay en el guión un fabuloso talento para interrelacionarlos y darles a todos su propio lugar en una historia coral y multiplanetaria que se desarrolla arriba y abajo, en el aire y en el agua y en cualquier elemento. Seré infantil, pero el bicho de andares de rapero, pantalones de campana y lengua literalmente más larga que la de una cotilla de Hollywood (incluso la de quien esto firma) me hace mucha gracia. Y sucede lo mismo con los impresentables Gun-gan y su grosero soberano (aunque conozco a gente en la vida real que suelta más lapos que él), aparte del encanto que supone encontrarse de nuevo con Yoda, que tanto nos recuerda a Jordi Pujol pero sin tics.
Las batallas son estupendas (el enfrentamiento entre los malos y los golfos Gungan recuerda a Espartaco), y el diseño de ambientes da mucho de sí. En el lugar donde vive Anakin Skywalker con su mamá disfrutan de una arquitectura que recuerda la Costa Esmeralda o Puerto Banús, y tienen puertas en las casas que podría haber diseñado Gaudí. Algunas escenas del final, cuando entran en palacio para trincar al virrey, parecen rodadas en el Pueblo Español de Barcelona, y la ciudad donde reina la princesa es un mixto entre Venecia, Calcuta y un buen cementerio de ricachos. La ciudad submarina es también un hallazgo, sobre todo para quienes siempre quisimos vivir en el fondo del mar sin saber bucear más abajo de dos metros.
AGOSTO 1999 CINEMANÍA nº47"
PS: Especial atención al comentario: "Personalmente, espero que el niño que en el futuro será el señor Vader crezca pronto (mis amigos gays también lo esperan), lo suficiente como para que su diferencia de edad con Natalie Portman resulte menos evidente y puedan embarcarse en espacial y especial romance."
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