Director: James Bridges
Guión: Mike Gray, T.S. Cook, James Bridges
Intérpretes: Jane Fonda, Michael Douglas, Jack Lemmon
El síndrome de China es una expresión que se refiere a la hipótesis de que, en caso de la fusión de un reactor nuclear, el material fundido podría atravesar el suelo del reactor, y hipotéticamente, llegar al otro extremo del globo terraqueo (que para los norteamericanos equivaldría a China).
Durante los años 70 se produjo un importante debate en los medios norteamericanos acerca de la seguridad de las centrales nucleares. Aunque en la percepción popular el único accidente grave relacionado con la energía nuclear fuese el de la central de Chernobil, en 1979, pocos días después del estreno de la película se produjo un accidente en la central de Three Mile Island (Pensilvania), que guardaba muchas similitudes con el descrito en la película.
Pero desde mi punto de vista lo más interesante de El síndrome de China es como se enfoca la historia. A priori el debate planteado por la película es acerca de la seguridad de las centrales nucleares, y como todas las medidas de seguridad pueden quedar anuladas debido a la negligencia de los que las construyen, trabajan en ellas o supervisan.
Pero el argumento de la película trata sobre un tema bastante más humano y, en mi opinión, ese es el exito de la película; sobre el honor de una persona y como los intereses de algunos pueden hacer que se ponga en duda la palabra, el honor y/o la profesionalidad de una persona. Hemos visto numerosos ejemplos de historias David contra Goliat (Erin Brockovich, de Steven Soderbergh, sería una de las más populares, o El dilema, de Michael Mann); pero en ninguna se percibía como en esta el ataque contra la honorabilidad de una persona.
No es necesario decir que Jack Lemmon está perfecto en su papel, la fuerza dramática de la película recae casi totalmente en su personaje. Jane Fonda también hace uno de sus mejores trabajos (ya hablamos de ella cuando reivindicamos La jauría humana); el papel de la periodista Kimberlly Wells parece escrito para ella, profesional independiente, sexy, liberal... todo lo que ella era en la vida real. Michael Douglas también cumple competentemente con su papel, así como todos los secundarios.
Respecto a la dirección de James Bridges, sin ser brillante, es totalmente correcta; lo que algunos calificarían de artesanal, un adjetivo que se ha convertido en peyorativo últimamente y que yo personalmente defiendo (cuantos supuestos artistas sobran hoy en día, y cuantos artesanos faltan...).
La fotografía y la música son más que correctas, destacando la canción "Somewhere in between", de Stephen Bishop, con la que se abre la película.
Una película que sorprenderá a los que esperen un película antinuclear, pues su temática huye del panfleto, y como el mejor cine político (como Z y Desaparecido, ambas de Costa-Gavras) está más dirigida a las reflexiones éticas que a las reflexiones políticas o, en este caso, medioambientales.
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